noviembre 12, 2010

Protocolos (para una vida útil): Cómo comportarse en una sala de espera

A. Es importante llegar a la sala de espera en cuestión con naturalidad pero, al mismo tiempo, sin perder nuestra personalidad. Es mucho más gratificante atravesar la luna, si hablamos de un establecimiento a pie de calle, o trepando por la ventana del patio interior que entrar por la puerta. Eso dirá mucho de nosotros.

B. La espera puede ser tediosa y acudir a soluciones temporales y frustrantes a la larga como el revistero dicen poco en nuestro favor. Acudir sin pantalones o con una faja atada a la cabeza llamará la atención de los congregados, quienes nos mantendrán entretenidos con sus miradas insidiosas cuando no directamente sus insultos.

C. Como gesto de buena vecindad, y para fomentar las actitudes descritas al final del punto anterior, es básico entablar conversación con el resto de personas. Una forma de romper el hielo es felicitar a la persona más mayor por que sus padres ya le dejen acudir solo al médico. Aunque estemos en una notaría o en la caja de ahorros.

D. No debemos dejar que las largas esperas resientan nuestra salud. La inmovilidad y las posturas forzadas pueden comprometer nuestra integridad física. Por ello es recomendable iniciar una tabla de ejercicios sobre la mesa de la sala si la hubiere, a iniciar con series de saltos a la pata coja y carreras sobre las palmas de las manos.

E. Doblegarse a la tiranía de la espera es fatal para la autoestima, pero tener prisa e impacientarse es fatal para el el tiroides. Se recomienda paciencia y serenidad. Lo que no quita para que pasados dos minutos de estar en la sala sin que nos llamen estemos moralmente autorizados a emprenderla a patadas con el mobiliario.


Idoia Arrieta © humorenlared.com

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