La Biblia en Verso: El rico, el camello y la aguja
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Quizá las verdades absolutas no existan. Tal vez las palomas negras nunca han dejado de volar. Puede ser que no haya más pobre que quien no sabe dar. Es posible vivir con poco, pues nada nos llevamos de vuelta. Si todos queremos ser ricos, es evidente, nos llevan ventaja. Eso pensaba aquel, esperando recibir un mensaje agradable para su pueblo. Fardar de haber recibido la bendición o el beneplácito del profeta. Del profeta de moda, por supuesto. Que los gastos de su viaje se convirtiesen en inversión. Que se joda. Se fue sin aprender la lección y con los bolsillos un poco más vacíos. Se volvió con todo su harén, su ejército y también los transportistas. Seguro, sus amistades se rieron de él a su vuelta. Al tipo le faltaba un acto de contricción, como decía el detective negro de Se7en, es cuando uno se arrepiente de sus pecados pero no porque ame a Dios. En este caso, guiado por un divinizado Spacey que rezaba: No soy especial, no me considero excepcional, pero esto sí lo es, lo que hago, mi trabajo. Y cuando todo se acabe… algo quedará. Egoitz Arrien © humorenlared.com |
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