Mens Insana: Vida de perros
Habría pasado desapercibido en cualquier punto de la geografía estadounidense, pero afortunadamente era motivo de desconcierto entre mis conciudadanos. Un carrito de bebé a la puerta de un comercio macrobióticobiológicodietético. Hasta ahí normal. Tamaña sorpresa tras apretar todos los ojos y seguir viéndolo ahí: sentado en su carrito de corte infantil, mirando hacia el interior de la tienda y ladrando con un tic medio nervioso. Un tipo en bicicleta vacila con comerse un andamio al girarse repetidamente para ver la escena al tiempo que exhala un “Es increíble…”. No sé si lo dirá por las coletitas blancas a ambos lados del cráneo del scottish terrier o por cómo el pobre chucho está convencido de que es persona. Quizá sea todo el conjunto.
Aún bajo los efectos de una estampa tan jodidamente absurda, continúo mi camino sin siquiera plantearme la posibilidad de esperar para contemplar al propietario de tanto sinsentido. Algo me dice que nos volveremos a encontrar. La cuestión es: ¿Qué está pasando? Ahora es cuando parezco yo la cuerda, y muchos estarán de acuerdo conmigo en que, solo por esto, deberíamos concedernos unos minutos para reflexionar. |
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