mayo 16, 2012

Oreja a la Plancha: Pobreza mental

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Los músicos ya sabemos que trabajamos el doble para ganar la mitad. Bajan los cachés, sube el carburante. Agachamos la cabeza porque vemos que todos los de alrededor están igual o peor: ese vendedor de copas con el que regateas un mísero euro arriba o abajo en el precio de la entrada de un espectáculo quizá está a punto de cerrar el garito y no sabe qué hacer. La gente no viene a los conciertos porque no tiene un pavo, y la gratuidad de la entrada no es viable.
Y lo jodido es que una situación así saca lo peor de nosotros cuando debería hacer lo contrario. Cuanto más falta hace la buena fe entre unos y otros, peor nos tratamos. Esto va por todos los implicados en el proceso, desde el promotor hasta el propio público. En medio de esta nube de impagos nunca antes vista debería aflorar una empatía con quien tengamos delante de la que carecemos, para la que no nos ha preparado matar zombies con la Play. Así poco a poco nos convertimos en sujetos que necesitan un gran abrazo pero merecen una buena hostia. Nos haría bien una continua revisión de nuestro grado de miseria personal para estar a la altura de la situación sin dejar por ello de exigir cada cual lo suyo.

Juan Abarca © humorenlared.com

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