El Ampli: Mancuernas y decibelios
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![]() Si tengo que quedarme con alguno de los tres conceptos del título del último disco de Peakwood, Love, Sex & Friends, me quedo con los amigos. Primero, porque el amor y el sexo llevan tiempo fuera de mi jurisdicción. Y segundo porque un amigo me ha pasado un vale por una sesión gratuita en el gimnasio al que va. A mí los gimnasios me la repampinflan pero insisto en el término “gratuito”. Es Lo bueno. Música para mis oídos, como un disco de Aslándticos. Me acerco al antro en cuestión, muy elegante, con mucho cristal y mucho metal cromado. Presento el pase y me dejan entrar. Atisbo cierto aire de condescendencia en la cara de la chica de recepción. No lo entiendo. Sabiendo que es un gimnasio tan exclusivo me he traído la mejor camiseta de Naranjito que tenía y el chándal del Eurobasket del 93. Un poco justo eso sí. Paso de todo. Me meto en el vestuario y me convierto en Observador. Aunque ninguno de los mazados que veo tiene mucha pinta de escuchar a The Raveonettes. Buen comienzo Me aproximo a una bella señorita embutida en unas mallas de spandex y le digo que necesitaría a un personal trainer que me asesorara. Inmediatamente un tipo de metro sesenta, calvo y con bigote sale de detrás de una columna. Me pregunta si tengo experiencia con aparatos. Le digo que hice un módulo de electrónica pero que en términos prácticos ni siquiera sé programar el video. Me mira perplejo. Como cuando te dicen que Alondra Galopa es un dúo. Solo que el monitor no parece estar Abriendo Alma y Mente. Me acompaña directamente a las máquinas de pesas. Me hace sentarme en una. Comienzo a hacer alzadas. No es para tanto. Hasta me llega el fuelle para silbar algo de Mirage Rock de Band of Horses. Me dice que aún no ha puesto peso. Empieza con 20 kilos. Noto como el bíceps y el tríceps conspiran para desertar y dejarme en ridículo. Me arrepiento de haber hecho cargar a mi madre con las cajas de leche cuando la acompañaba al supermercado de crío. Me acuerdo de Patricia Moon. Un poco de Oxytocin es lo que necesito. Con viento fresco Los brazos no son lo mío. Despisto al calvo y me dispongo a hacer algo de ejercicio del tronco inferior en una especie de potro de tortura en el que te tienes que tumbar sobre la espalda y levantar una plataforma con las piernas. No es como estar en el Elysium con Pet Shop Boys pero al menos no pierdes la movilidad de los brazos. Las dos primeras veces. Luego vuelve el dolor. Me arrepiento inmediatamente de haber desayunado medio perolo de cocido de caparrones riojanos. Un movimiento brusco más en semejante posición y mis intestinos rugen como descosidos. El tipo que levanta las mancuernas a mi lado cae fulminado. Inicia un Efecto Dominó que involucra a un chaval que hace absominales, una profesora de pilates, una joven que hace lumbares y un agente de la SGAE que pasaba por allí. Estas cosas no le pasan a Iguana Tango. Me alejo antes de que alguien pretenda rastrear la fuente de semejante despropósito. Harto de tanto aparato contemplo la posibilidad de hacer algo de bicicleta. Empiezo a pedalear flojito. Me aburro. Grito en alto. Hago como que me lanzan botellines de agua mineral y otras vituallas. Me animo y me jaleo. Tarareo temas de películas del Covered de Cobra y del repertorio completo de Green Day. Imito voces. Me invento a un periodista que me sigue en unidad móvil, al que le digo que lo del EPO lo tienen que probar ante un juez. Me agoto solo. A los 10 minutos me desmayo y me caigo de la bici estática. Me despierto. El Cuarteto de Nos me hubiese dicho que me pasa por Porfiado. Antes de ir a la ducha me dirijo a la sauna. Recuerdo todos esos reportajes fotográficos suecos que he visto de señoritas y caballeros mostrándose su afecto en saunas. Se me cae un mito. Estamos a casi 70 grados. No entiendo que a alguien le pueda apetecer ningún tipo de interactuación física con semejante calor. Es como estar Jugando con fuego pero sin los Sons of Rock para darle algo de gracia al asunto. Si se me acercara Gisele Bündchen en plan tontorrón le daría tres euros y la mandaría a por una horchata bien fresquita. Lo dicho, el amor y el sexo no son lo mío. Y creo que después de cómo ha ido la tarde, los amigos tampoco. Javi Trilobite © humorenlared.com |
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