octubre 15, 2013

Oreja a la Plancha: Nunca lo sabremos

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La típica debacle de aparatitos que graban los conciertos para no se sabe qué es un tema sobre el que vuelvo mucho, pero hay una apreciación al respecto que me gustaría hacer: Se ha perdido la intimidad. Si antes decías o hacías cualquier chorrada salida de madre ante cien personas, todo quedaba en el recuerdo de los presentes sin más. Ahora corres el riesgo de “triunfar” en Youtube con cada pequeña ocurrencia. Esa sensación de hablar no para cien sino también para “ustedes en sus casas” es un efecto secundario de la tecnología en el que quizá muchos de esos “reporteros” no piensen, y tiene el tremendo impacto de cambiar el discurso del artista. En otras palabras, el concierto que grabas es distinto del que disfrutarías si no lo estuvieras grabando.
Estás en la primera fila, ves que uno de los músicos está haciendo un gesto espontáneo y corres a ponerle el móvil en las narices. Al verlo, él se corta o bien recrudece el gesto. Es cierto que de alguna manera así tú ganas en participación, es la era de la democracia digital y blablabla, pero te quedas sin saber qué habría hecho el tipo si te hubieras metido el celular en el culo. ¿No te da curiosidad?

Juan Abarca © humorenlared.com

 

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