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Alguien que se considere fan de Arma Fatal y Zombies Party no podría ni mirarse a si mismo a la cara delante de un espejo si aún no ha visto Bienvenidos al fin del mundo. Edgar Wright lo vuelve a hacer. Si con Scott Pilgrim contra el mundo se había salido de su registro habitual, vuelve por sus fueros con esta comedia de ciencia ficción costumbrista con toques de drama intergeneracional y trazas de épica postapocalíptica. Un grupo de amigos fracasa estrepitosamente en su intento de beberse en una sola noche una pinta en todos los bares del pueblo. Años después todos han pasado página, son ciudadanos respetables y han llegado a ser algo en la vida. ¿Todos? No. En un patético intento de dar sentido a su existencia, Gary King (Simon Pegg, sí, por supuesto, y que no falte, junto a Nick Frost, los nuevos Abbot y Costello, pero con talento) convence a su antigua cuadrilla (solo la mitad preferiría verle muerto) de repetir la proeza.
Como estas cosas se sabe como empiezan pero no como acaban, el maratón etílico se pone un poco cuesta arriba cuando descubren que la ciudad de su infancia ha sido invadida por androides clónicos de origen extraterrestre. Con todos estos ingredientes habría que ser muy inepto para no hacer un películón. Pasión de fan.
Horacio Sandoval © humorenlared.com |
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