Puños fuera: Ruido
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La desquiciada aritmética electoral, aguijoneada por la circunscripción estatal única que permite fantasear un eurodiputado al precio de saldo de menos de 350.000 votos, ha dado alas cíclicamente al apetito de quienes ven en el Parlamento europeo un altavoz para sus intereses. Entre los más memorables sueños de la razón electoral, Anemya, la candidatura del 87 de los estudiantes de medicina entonces en pie de guerra contra la LOGSE, quienes, tras una elemental cuenta que sumaba los votos de todos los que habían cursado estudios en su facultad más el de sus madres y sus novias, consideraban superable con creces el reto.
Así, Bruselas, residencia de lobbys feroces y limbo político para juguetes rotos (quién se acuerda del acordeón de Iturgaiz), es ahora objetivo prioritario de aquellos para los que somos mercado potencial. Nos codiciarán las ambiciones de optimistas forzosos del desarme unilateral, de impotentes seguidores de las vedettes del podemos, de marcianos on-line del partido X, de ecopacifistas airados dentro de un orden, o de izquierdistas hundidos en las miserias de siempre. Y nos machacarán los tímpanos. Pero son solo eso: ruido pasajero. |
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