Cómo se hace: ¿Cómo se elabora el azúcar de caña?
La especie humana es la más escrupulosa (en lo que a su alimentación se refiere) de todo el reino animal. No solo ha rehuido desde sus orígenes de prácticas como la ingesta de sus propios excrementos y alimentos regurgitados, tan común en aves, gatos o perros, sino que se ha afanado a lo largo de milenios en enmascarar el sabor de los alimentos. Primero con el uso del fuego, luego la sal y las especias, y finalmente con el uso del azúcar. Pero el proceso para obtener tan preciado edulcorante es complejo y laborioso, por lo que en los albores de la humanidad los pasteles de queso sabían a berza y los profiteroles a leche revenida. Aunque el azúcar también se puede obtener de la remolacha, el vegetal estrella es la caña (la caña de azúcar; no nos referimos a que sea un vegetal super enrollado con el que te ríes un montón y acaba cerrando los bares), originaria de Nueva Guinea. Desde allí su cultivo se extendió a China y a Oriente Próximo, y más tarde se introduciría en los mercados occidentales. Gracias a la introducción de esos cultivos en América, en cuyas plantaciones los esclavos negros se dejaban la piel (literalmente, los capataces tiraban de látigo que daba gusto), los europeos pudientes podían enmascarar el sabor a calcetín sudado de su café o disfrutar de los alfajores por un módico precio. Cosas del progreso. La caña de azúcar es cortada y recolectada. En la actualidad lo hacen jornaleros, que cobran un poco más que los esclavos y a los que los capataces ya casi ni les pegan. Una vez almacenada, la caña se pica en máquinas y se le extrae el jugo mediante presión (generalmente aislando a la caña en una sala de interrogatorios y diciéndoles que lo saben todo de ella porque otra caña ya ha cantado). El proceso se realiza con agua caliente para extraer la máxima cantidad de sacarosa en el material fibroso, conocido como bagazo, que se utiliza como combustible. Toma ese nombre porque al principio utilizaban como combustible a jornaleros que no rendían lo suficiente, pero inspectores de trabajo desaprobaron semejante práctica por considerarla poco rentable. Posteriormente el jugo resultante se somete a altas temperaturas, se refina con cal y puede blanquearse con dióxido de azufre gaseoso o con dentífricos especializados. Mediante un proceso de evaporación se obtiene un jarabe que luego se centrifuga para separar los cristales de azúcar del líquido. A veces también se mezclan cristales de las bombillas de las lámparas que caen (las instalaciones de muchas refinerías dejan bastante que desear) lo que convierte la ingesta de azúcar en una actividad mucho más emocionante de lo que pudiera parecer. El azúcar todavía húmedo se lleva a peluquerías para su secado con secadores de mano, y así las oficialas se sacan un sobresueldo. Y ya. © humorenlared.com |
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