diciembre 24, 2014

Juego de niños: En sacro roto

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Recuerdo una historieta que vi hace años. Una gallina y un gato junto a una autopista en hora punta. La gallina entusiasmada le explica al gato cómo cruzar al otro lado sin acabar convertida en paté. El gato la mira con ojos de gato: “Pss, no sé para qué tengo que cruzar”.
Todo esto viene a cuento porque el otro día una expracticante de tai-chi me contó su motivo para dejarlo: aquello iba demasiado rápido para ella. Acudía a relajarse y salía más tensa todavía. Fue una revelación que a lo mejor ha transformado mi ser. La confirmación de una intuición profunda o algo. Y es que, cuando veo esas imágenes de ancianitos chinos moviéndose armoniosa y pausadamente en algún parque de Pekín, siempre pienso que igual hay gato encerrado. O gallina coja, vamos.

Sé de lo que hablo. El otro día practicando yoga intenté hacer la postura del guerrero y por poco me rompo el menisco. No contenta con eso, me pongo a hacer sirsasana (lo que viene siendo hacer el pino) y casi me quedo sin cervicales. Y yo erre que erre. Ahora tengo una lumbalgia persistente. Creo que es del estrés, pero no estoy segura. Voy a leer  algún libro de autoayuda mientras plancho la tortilla y frío la colada. A ver si doy con la clave del asunto.
Elene Ortega Gallarzagoitia © humorenlared.com

 

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