febrero 9, 2015

Juego de niños: Jamones y chorizos

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Tengo asociados tiempos de bonanza infantiles a un jamón serrano colgado en la pared de la cocina. Luego vinieron mal dadas y ni nos llegaba para el de York. Pasamos directamente al chopped, pero ésa es otra historia.

En aquella época, y en mi barrio, eso del jamón ibérico era algo desconocido, igual que de turrones sólo veíamos dos: el blando y el duro. Ahora, hasta en la charcutería más gore se ha colado el delicatessen, la casta porcina ibérica. Oséase, cerdos de pata negra que viven como ministros o profesores universitarios, felices y contentos, comiendo bellotas en la dehesa. Mientras, ahí tenemos al llamado cerdo blanco, hacinado en cualquier pocilga, alimentado con un pienso que vaya usted a saber. Y sin un Podemos que llevarse al hocico.

¡Puercas y puercos del mundo, uníos! ¡Madrid bien vale una misa, digo… un líder carismático! ¡Tenga el color de pata que tenga! Uy, me estoy entusiasmando. Mejor repaso a papá Orwell, que de cerdos, líderes y granjas sabía un rato.

Elene Ortega Gallarzagoitia © humorenlared.com

 

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