febrero 15, 2015

Gora Euskadi: Pax Laboral

Siempre me enfrento a esta columna con sentimientos contradictorios. Por un lado, con el deseo ávido de dar con el titular sangrante que justifique la existencia de esta sección (y mi concurso en ella) y, por otro, con el anhelo velado de no encontrarlo y poder tumbarme a la bartola en los soleados prados del periodismo responsable y comprometido. Pero la realidad es testaruda y los principios editoriales evanescentes, por lo que la caza de la entradilla torticera, el ladillo chusco y el entresacado retorcido se torna una tarea infinita que convertiría la condena de Sísifo en un minijob de fin de semana. Porque, mire usted qué bien hilado, de eso hablamos este mes, de trabajo.
Según EL CORREO.com, que el 26 de enero se hacía eco de la encuesta de la patronal Cebek, “A los empresarios vascos ya no les preocupa la conflictividad laboral”. Como ya se habrán dado cuenta los que sigan esta sección, soy de naturaleza impresionable y novelera. Por eso, nada más leer la frase, e imbuido por aquellas inspiradas palabras del Ministro de Economía que rezaban que “se ha perdido el miedo a perder el puesto de trabajo», me teletransporté mentalmente al Maravilloso Mundo de Oz, agarrado del bracete de Iñaki Garcinuño, Francisco Javier Azpiazu y Luis de Guindos cual remedos de Totó, el Hombre de Hojalata y el Espantapájaros, y juntos avanzamos joviales por el camino de Baldosas Amarillas, que no hay que pagar peaje ni nada.
Pero la ensoñación pasa pronto. Convenios pendientes. Negociaciones paralizadas. Máximos históricos de perceptores de la RGI en Euskadi. Deslocalización de empresas. Precariedad desbordante. Temporalidad aberrante. Datos de la encuesta de población activa más tristes que un striptease de Sandro Rey. Lo dicho. La realidad es terca como una mula y no le importa dejar mal a quienes afirman en el texto que esa situación de amor y fraternidad laboral se debe a que ««los trabajadores cada vez están mejor informados» y son más sensibles a la situación real del negocio del que forman parte”. Claro, claro. Me recuerda a aquel viejo chiste del caballero que se acerca a una farmacia con un fuerte ataque de tos y el farmacéutico le vende por error un potente laxante. Al de un rato el boticario se encuentra al hombre agarrado a una farola. Se acerca a él y cuando le pregunta si ya no tose, el desdichado le contesta: “No me atrevo”. Algo de eso debe de haber.

Héctor Sánchez © humorenlared.com

 

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