agosto 14, 2015

Gora Euskadi: Noches en blanco

Es cosa sabida que, al contrario de lo que les sucede a culebras, lagartijas y otras criaturas poiquilotermas, a los mamíferos, entre los que se encuentran la mayoría de los seres humanos, las altas temperaturas propias del periodo estival les ralentizan los procesos neuronales. Las direcciones y redacciones de los medios de comunicación son conscientes de tan demoledora realidad bioquímica, por lo que todos los veranos deben adaptar el discurso periodístico a la singularidad medioambiental y al precario rendimiento intelectual que la acompaña. Es por eso que los titulares veraniegos se llenan de sentencias livianas y poco exigentes. Tarea facilitada por el hecho, también asumido por todos, de que en verano nunca sucede nada importante. Apenas notas a pie de página de la Historia, como el hundimiento de la Armada Invencible, el inicio de la Guerra Civil española y de las dos Guerras Mundiales o el atentado contra las Torres Gemelas. Fiel a esa tradición, que se preocupa por no sobrecargar la capacidad cognitiva del lector veraneante, El Correo, prudente como siempre, publica, el Martes 30 de junio, lo siguiente: “Advierten en el Parlamento del nocivo efecto de las “gaupasas” en el rendimiento escolar”.
Qué suerte que el redactor, a salvo de los rigores de la canícula, vele por salvaguardar la menguada competencia del lector, como si se tratase de José María Gay de Liébana explicando la demanda agregada en un episodio de Barrio Sésamo. Nos aclara que no dormir, saludable, lo que se dice saludable, no es. Y que ponerse a estudiar con un clavo del quince después de una noche de cubata y rosas, quién lo iba a decir, no es la elección pedagógica más eficiente. Semejante esfuerzo de divulgación científica despierta al lector de su sopor y lo pone a las puertas de la epifanía. Y quien dice al lector dice a los parlamentarios vascos citados en el titular, quienes, como parece querer decir, cayeron del caballo oficial camino de Legebiltzarra ante tamaña revelación sin precedente. Pero claro, aunque el periodista hace lo que puede, no es infalible. Aunque el aire acondicionado de la redacción lo mantiene a salvo de la abrasión del cerebelo, no es inmune a la indolencia canicular. Se le olvida prevenir al lector de que la “gaupasa” no es exclusivamente una alternativa de ocio, libremente escogida. Que también se pueden pasar noches en blanco preparando un examen, o una oposición, o trabajando para poder cumplir un encargo en plazo, o haciendo una guardia, o aterido de frío porque te han cortado la calefacción por impago, o aterrado porque mañana toca saltar la valla, o esperando insomne el cumplimiento de una orden de desahucio. No se puede estar en todo.

Héctor Sánchez © humorenlared.com

 

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