Juego de niños: Apellidos
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Un primo de mi madre, tan Gallarzagoitia como voluntarioso, investigó en los archivos para conocer la historia del apellido familiar. Descubrió que sus ancestros habían habitado el valle del Txorierri por lo menos desde el siglo XVIII. Así que, por la parte que me toca, debo de tener más de ocho apellidos de esos tan famosos. Entreverados, eso sí. Porque habrá que tener en cuenta a mi bisabuelo paterno, farolero de Valladolid, Ortega de tronío y patriarca de una larga parentela. Será por eso que me gustan a la vez el flamenco y las euskal dantzak. Lo primero lo entiendo mejor, con los lunares, los volantes y el olé. Lo segundo me desconcierta más, con esa rigidez de cintura y esa marcialidad tan desenfrenadas. Pero tengo que asumirlo: en cuanto oigo la trikitixa se me van los pies.
Sin embargo, una tiene sus limitaciones. Como no sé bailar, el año pasado me apunté a un grupo de euskal dantzak cerca de casa. En seguida me di cuenta de que allí había dos clases de fauna: unos cuantos patos y otros especímenes que bailaban fetén. Cuando llegó el invierno los patos fueron emigrando y al final me quedé yo sola haciendo cua-cua. Por más que lo intentaba, no me salía ni el zazpi jauzi. Debe de ser algún gen fallido producto de la mezcla racial. Si no, no lo entiendo. Elene Ortega Gallarzagoitia © humorenlared.com |
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