Si la primera transición española fue, según el escritor Manuel Vázquez Montalbán, una “correlación de debilidades”, esta segunda que nos venden a todas horas por tierra, mar y twitter parece un vodevil por entregas.

Los de azul, que iban a formar gobierno porque habían “ganado” las elecciones, le dicen al ciudadano Felipe Sexto que, de momento, pasan. Pero sin renunciar a nada. Salarios en funciones incluidos. Los de rojo, que no iban a pactar con el “populismo”, cuando menos, se lo están pensando o eso dicen. O no. Ya se verá. Los de morado, que sólo iban a gobernar si era para presidir el Consejo de Ministros, están dispuestos a entrar en el gobierno, deprisa deprisa. A toda casta, perdón, costa. Los de naranja, que iban a acabar con la corrupción, están dispuestos a ser de lo que haga falta con tal de arrimar el hombro por España.

Los actores y actrices, que llevan el peso del espectáculo, se han olvidado de su libreto original en plena representación. Se han olvidado del respeto al respetable y no hay apuntador que les ponga en su sitio. Olvidan que la entrada la pagamos los contribuyentes. Los abucheos, desde el patio de butacas al gallinero, pueden poner al elenco, actualmente en cartel, de patitas en la calle y por la puerta de atrás. Oscilobatiente, circular o giratoria.

Mucho lirili para tan poco lerele. Que se tienten la ropa.

Julio Albitre Polo, director de EL KARMA.