febrero 7, 2016

Juego de niños: Salvar los bosques

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El otro día a una niña de ocho años que decía aburrirse le recomendé que cogiera un libro y leyera un rato. Me respondió que no, que no le apetecía leer porque le daban pena los pobres árboles con los que se fabrica el papel. Vaya, me dije, cómo está pegando de fuerte el ecologismo en las nuevas generaciones.

Aquello me dio que pensar. ¿Cuántos arbolitos habrán sufrido a causa de mis aficiones librescas? Ahora lo de ir al monte con un libro en la mochila y pararme a leer a la sombra de un buen roble me parece una crueldad. Y cuando imaginaba las bibliotecas como bosques de historias, cada historia un libro, cada libro un árbol… ¡qué insensibilidad la mía! Me pregunto cómo voy a sobrellevar tan turbio pasado. Además, aparte de rara igual me tildan de antiecológica. Horror. No sé si podré soportarlo.

Tengo la solución. Montaré una ONG o algo. Pediré subveciones en Medio Ambiente y Cultura. Y lanzaré una campaña contundente. “Evita la lectura. Adopta un árbol”. Ni cumbre de París, ni nada. Esto es lo que hace falta para detener el cambio climático. Replantar cuatro árboles mientras crece el número de ignorantes por metro cuadrado. Qué frondoso paisaje. El futuro promete.

Elene Ortega Gallarzagoitia © humorenlared.com

 

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