marzo 27, 2016

Oreja a la Plancha: Mil caminos

columna_jabarca_cabecera_gr

Durante la escritura de una canción uno ha de elegir de pronto entre dos o tres acordes, o entre varias palabras posibles. Tomamos cada pequeña decisión no sin dolor, puesto que cada camino mata mil otros que ya no recorreremos, y con ellos otras mil encrucijadas nuevas que nunca sabremos adónde conducían. Esta situación se repite a su vez dos compases más adelante, y otra vez, y siempre otra más; dependiendo de tu estado de ánimo, tu intuición, tu capacidad de síntesis, tu facilidad para abrumarte, la naturaleza de la empresa acometida o cuarenta cosas más, la composición puede amenazar con llevarte por delante. Unos lo llevan mejor, otros peor. Otros leerán esto y pensarán “una pala le daba yo a este”, o se preguntarán si todo lo mencionado es aplicable por ejemplo a un tema sobre la muerte de Chanquete o el chándal del Papa.


Pues sí. Los que hacemos cosas no tangibles solemos necesitar energía extra para hacernos valer, para que se dé por sentado que nuestro trabajo es eso, trabajo, y que por tanto tiene un valor y merece un respeto, incluso en los casos en los que el propio autor parece no darse importancia, sea por timidez, baja autoestima o incapacidad para venderse.

Juan Abarca © humorenlared.com

 

Pincha aquí para ir a otras columnas de Juan Abarca

Pincha aquí para ir a las columnas de los colaboradores más buscados