marzo 30, 2016

Hotel y domicilio: Black Mass

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Hay veces en los que una idea parece buena y cuando se lleva a cabo el resultado es garrafal. En otras ocasiones la idea ya parecía una bosta pinchada en un palo, elucubrada por una mente con nula capacidad de verle pegas aunque estas sean del tamaño de un trolebús. Y esa es la base de Black Mass, la película de Scott Cooper, interpretada por Johnny Depp y Joel Edgerton. Corren los 70 y a un agente del FBI se le ocurre la brillante ocurrencia de aliarse con el gángster irlandés James “Whitey” Bulger para que se deshaga de la mafia italiana que domina los bajos fondos (y no tan bajos) de la ciudad de Boston. Total, qué puede salir mal cuando se arropa a un delincuente sanguinario bajo el ala protectora de la Ley (con mayúsculas) para que dé rienda suelta a sus más bajos instintos depredadores y expansionistas.
Al final la cosa termina como el rosario de la aurora y Bulger se convierte en el amo y señor del crimen organizado de la capital de Massachusetts. Una carrera meteórica que no está nada mal para ser el hermano canalla de un senador del Estado.
La película, basada en la historia real, como no podía ser de otra manera, es formulaica y perezosa en su desarrollo. Sería fácil decir que Johnny Depp borda el papel de gángster psicótico y salvaje, pero en el caso del fetiche de Tim Burton sería una perogrullada. Como decía Blake, “el camino del exceso lleva al palacio de la sabiduría”. O algo.

Horacio Sandoval © humorenlared.com

 

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