abril 29, 2016

Oreja a la Plancha: Amor libre

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En el mundillo musical la gente se junta con un grupo u otro, o con mil a la vez, es lo más normal del mundo. Un músico puede ensayar por la mañana con una orquesta de baile, pasar el día estudiando, repasando, componiendo o recibiendo e impartiendo clases, por la tarde ensayar con un trío de death metal con canciones propias y por la noche hacer un bolo como acompañante de una folclórica. Si ese músico toca la batería o el bajo, todo esto tiene más posibilidades aún de darse así.

Es normal. Pueden darse incompatibilidades, y que esa persona necesite buscar sustitutos para determinados trabajos o que tenga que dejar alguno de ellos, porque nadie tiene el don de la ubicuidad. Más allá de eso, es muy raro (aunque sí he conocido casos) que otros músicos muestren verdaderos celos, celos de libro, destructivos y posesivos, cuando un compañero de grupo decide participar al mismo tiempo en otra guerra del tipo que sea.

Siempre me he preguntado por qué es tan fácil este «amor libre» entre músicos y en cambio tan difícil entre personas en general cuando se trata de afectos, y no digamos cuando se trata de meter cosas en agujeros. Por más que le busco el sentido, no se lo encuentro.

Juan Abarca © humorenlared.com

 

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