La morfofilia es una parafilia sexual que consiste en la atracción hacia individuos que poseen unas características físicas y morfológicas muy concretas. Si la persona morfofílica mantiene relaciones sexuales con otro sujeto que no cumple estas especificidades, el sexo no será satisfactorio y se acabará perdiendo en una colección de disculpas del tipo «me duele la cabeza» o «cariño, me encantaría, pero es que hoy ponen Salvados en la tele». La psiquiatra Ramona Sequeda recomienda no frivolizar con el tema. «Es muy fácil hacer chistes con el asunto de la morfofilia. Yo misma me he reído de muchos de mis pacientes, pero es porque soy una persona cruel y sin alma, no porque el tema sea baladí», explica. «Se puede hacer mucha chanza. Como que no es ninguna parafilia la fijación por las mujeres de pechos enormes como calabazas transgénicas. O por los mancebos africanos con un miembro con movimiento pendular a la altura de la rodilla. Lo sé. Yo mismo lo pienso muchas veces. Como ya he dicho, soy una persona insensible con título para recetar drogas. Pero he visto a muchas personas con una fijación irrefrenable por personas muy delgadas y con la cabeza gorda intentando tener relaciones sexuales con una farola. Y no es una visión bonita. La electrocución no es ninguna broma».
Existen terapias para tratar de reconducir las fijaciones morfofílicas, pero las terapias de choque y ocupacionales no parecen surtir efecto. Diversas corrientes psicológicas recomiendan el internado en centros de reposo, e incluso en congregaciones religiosas. Excepto si el sujeto con morfofilia siente atracción por personas clavadas en una cruz con una corona de espinas en la cabeza, en cuyo caso se desaconseja la segunda opción.

Dra. Luisa Bergara © humorenlared.com