Al paso que va, Podemos puede acabar convertido en una hinchada digital para hacer la ola o el “me gusta”. De momento son los mejores en eso de agitar banderas y redes sociales mientras el candidato monta el show en la cancha electoral. Comicio a comicio, el papelón del inscrito en el partido se reduce al de fiel pulsateclas. Campaña tras campaña, se jibariza el debate sobre lo público y lo concreto. Todo se reduce a un cambio de cromos, o de tronos, en el que lo de menos es el programa.

Sorprende que ninguno de los dirigentes de Podemos en Euskadi se sienta capaz de aspirar a la Lehendakaritza. Los políticos profesionales morados parecen confiar poco en sí mismos, y no digamos ya en sus bases, cuando acuden a figuras ajenas a sus Círculos. Y eso que en la Comunidad Autónoma ganaron en votos las últimas Elecciones Generales.

Podemos, que presume de proyecto colectivo, intenta una y otra vez fichajes estrella. En Euskadi, el de Garbiñe Biurrun no le ha salido. Seguramente porque la magistrada tiene de sobra con sus capacidades para ganarse la vida y para sentirse útil socialmente. La reflexión se llevó el espectáculo por delante.

Julio Albitre Polo, director de EL KARMA.