mayo 28, 2016

Gora Euskadi: Falta motivación

No tiene ningún sentido marear la perdiz. Ni perder el tiempo con reflexiones, circunloquios, perífrasis, exposición de antecedentes o notas costumbristas antes de entrar en materia. Esta vez no hay juegos preliminares. Voy directo al grano. Sin demora. Sin perder el tiempo. Sin retrasarlo más. Sin malgastar líneas y caracteres. Diario EL CORREO. Viernes 29 de abril. Página 16. Titular: «La inmigración solo crece en Euskadi por el empleo y la protección social». Una neurona derrapa. Mis axones entran en barrena. El sistema nervioso central se colapsa ante semejante develamiento. Los inmigrantes solo vienen a Euskadi por el empleo y la protección social.
¿Acaso está sugiriendo el avezado periodista que esta gente del extranjero viene exclusivamente a encontrar un puesto de trabajo y disfrutar de las prestaciones sociales que le brinda nuestra tierra amada? Qué desfachatez. Años y años de inversión pública y privada y ahora la horda migrante solo viene a eso, a lo que todos. ¿Qué pasa con la exquisita gastronomía vasca? ¿Acaso no podrían venir los refugiados de Alepo a consumir nuestros pintxos y así contribuir a reflotar la economía hostelera local? ¿No podrían, tal vez, nigerianos, senegaleses o angoleños, peregrinar hasta aquí en busca del Guggenheim, el Kursaal o el Artium, como hace todo turista de bien? ¿Es mucho pedir que chinos, ecuatorianos o pakistaníes se arrastraran hasta nuestro terruño para imbuirse del folklore vasco, del colorismo de sus costumbres, de la alegría de sus gentes? Pues parece que sí. Todos vienen a ganar dinero. Tan prosaico como eso. ¿Dónde está la lírica en el tener un empleo? ¿Dónde está la poesía en el concepto «tejido socioeconómico»? Unos materialistas. Eso es lo que son.

Después de la sofoquina, como viene siendo habitual, caigo en la cuenta, una vez que comienzo a leer el cuerpo del texto, de que ese «solo» del titular parece hacer referencia a que Euskadi es la «única comunidad autónoma donde la población de extranjeros aumentó» y no tanto a las motivaciones de los migrantes. Ay, ese «solo», torticero, ambiguo y juguetón, víctima de la economía de caracteres. La sintaxis es un arma cargada de pasado.

Héctor Sánchez © humorenlared.com

 

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