julio 14, 2017

Butaca de Gallinero: La ignorancia

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Sé que me pongo pesado con el asunto de los trailers de películas, los spoilers, las reseñas que te asaltan a traición en las redes sociales, el boca a boca pertinaz y desconsiderado y la propia curiosidad de uno, que no es capaz de acudir al cine sin haber indagado en lo que va a ver, no sea que detrás de una gran premisa se oculte una gran ponzoña o viceversa. Lo sé. Pero no puedo evitar fantasear con la idea de ver un film y que uno no tenga ni pajolera idea de lo que le depara. La premisa es absurda de partida porque, giros de guión aparte (que a base de dar giros al giro del giro, al final el cliché y la previsibilidad acaban saliendo a flote, por mucho Keyser Söze que haya), es prácticamente imposible llegar virgen a una película. Cinematográficamente se entiende. A menos que se trate de uno de esos telefilmes alemanes de origen insondable que campan por las parrillas televisivas los mediodías del fin de semana.

A veces envidio a esas personas que acudían a las sesiones del cinematógrafo a finales del siglo XIX y principios del XX. Podían esperar cualquier cosa. Lo mismo los obreros saliendo de la fábrica podían ser devorados por Godzilla o tropezarse con Jennifer López por la calle y comenzaban un idilio que se jodería al final del segundo acto y se arreglaría sin más hacia el final del tercero. Misterio. Qué envidia.

Roberto Aguirre © humorenlared.com

 

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