abril 23, 2018

Juego de niños: Arantzazu

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En Arantzazu, situada entre el Parketxe y el Santuario, existe una pequeña construcción que puede pasar desapercibida. La llaman el Misterio. Un espacio cúbico excavado en la roca y abierto al paisaje, concebido como un punto de intersección entre el mundo sagrado y el profano. Junto a él, una escultura que en 2001 Oteiza donó a su amigo, el franciscano y poeta Bitoriano Gandiaga. Sobre el Misterio se sitúa un mirador desde el que se pueden identificar, gracias a un panel informativo, parte de las cumbres y sierras del entorno. Enaitz, Zabalaitz, Erbizkun, Bildotsa, Ai-tzabal, Andarto, Sierras de Urkilla y Elgea.
Unos versos de Gandiaga completan el panel. “Paisaia bada poema ere, / inola ere ez da mutu, / nori bere estrofa diotsa / harmoniatsu bezain altu”. Pocos metros más abajo, otro mirador, otro panel, más versos. “Eguzki egunean / zein bistan / mendiak eta ibarrak! / Zein argi zerua / eguzki egunean, / zein zehatzak margoak, / zein argi markatuak / arbolak eta bideak! / Eguzkiaren argitan / zein klaru izakiak / gure begietan”. Pero incomodan, y mucho, los parques eólicos sobre las Sierras de Urkilla y Elgea. Se diría que los paneles están allí para identificar el lugar del destrozo. Los versos de Gandiaga se tiñen entonces de melancolía. O de ironía. Según se mire.

Elene Ortega Gallarzagoitia © humorenlared.com

 

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