abril 25, 2018

Campus Kanpo: Miedo

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Siento una impotencia elevada al cubo. Sí, como si tuviese la pierna amputada y me picase justo la planta del pie que no tengo. Mi mano se acerca, pero no hay nada que rascar. Tampoco hay donde rascar en las cabezas de la gente y eso que sí las tienen sobre los hombros, aunque muchos estarían mejor sin ellas. Es alucinante el racismo, clasismo, machismo, fascismo, gilipollismo y todos esos ismos que hay. Si me vendiesen un arma en la tienda del barrio, me los cargaba a todos.

Un crimen. Qué dolor, qué dolor, qué pena. Se me ocurren dos perfiles de asesino: el pobre hombre y el auténtico puigdemonio. El primero: un varón, español y el típico padre de familia. El segundo: una mujer, inmigrante y pareja de un padre divorciado. Con él, se llevaría el caso con una discreción aplastante y la gente del entorno comentaría que jamás hubiesen imaginado de lo que era capaz. Con ella, todos los medios hablarían de lo rara que ha sido siempre y abrirían el debate de la cadena perpetua, así como su deportación.
Miedo. De lo que somos capaces. De la caza de brujas que vivimos. De que 1984 haya dejado de ser futurista. Miedo de que nunca vayan a existir personas.

Maite Ortiz de Mendívil © humorenlared.com

 

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