Si algo nos suena de los orígenes del movimiento obrero por estos lares, es la famosa fotografía del núcleo pionero de la Primera Internacional. Una pirámide en la que en su cúspide aparece Fanelli, napolitano de barba cerrada, llegado hasta la capital para poner en contacto a los rebeldes locales con la estructura de la Internacional. A continuación, una veintena de trabajadores endomingados para la posteridad. Se dice que otros tantos, que habían quedado la noche anterior para celebrarlo, decidieron alargar la fiesta y no se presentaron a la cita con el fotógrafo.

Así, desde siempre, en los anales de los movimientos son muchos más los que no aparecen en la foto que los que posan para ella. Gente que, con su empeño cotidiano, hace posible que todo tire para adelante. No son anónimos; quien se pone en marcha cuenta de antemano con su complicidad sin precio. Entre estos, las gentes de la Imprenta Luna, que el año pasado ha cerrado definitivamente sus puertas. Puertas que cualquier colectivo sabía abiertas a su asesoramiento y aval sincero. ¿Cómo superaremos el eclipse? Porque, como es sabido, la marea revolucionaria debe mucho al influjo de la luna.

Jtxo Estebaranz©humorenlared.com