Butaca de Gallinero: El cambio
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Imagino que es una de las consecuencias de vivir en la era de lo que podríamos llamar espejismos revolucionarios. El establishment, aburrido ya de citar a Lampedusa, cansado de di/simular, ha optado por depositar en nuestras manos la patata caliente del «cambiarlo todo para que nada cambie». Así, la masa enfervorecida, resignada, desengañada, o, directamente, autoengañanada, asume su rol de peón incapaz de cambiar las grandes cuestiones de la humanidad y se conforma con asumir con diligencia su nuevo papel de agente del cambio y la disconformidad de cuestiones más pequeñas. Como pedir que rehagan la última temporada de una serie o aporrear el asiento de la butaca del cine hasta lograr que una productora rehaga al protagonista infográfico de su película, a pocos meses de su estreno, porque el diseño da grima (lo da) y no se ajusta a la imagen idealizada que el espectador tiene del mismo. La viralidad de las redes sociales y su capacidad para contagiar esa alquimia capaz de convertir la sangre del internauta en vinagre hacen la magia. Vinieron a por Juego de Tronos pero yo no hice nada porque era más de The Walking Dead. Vinieron a por Sonic, pero yo no hice nada porque era más de Mario. Cuando hicieron que Bogart se casara con Bergman al final del remake de Casablanca ya era demasiado tarde. Roberto Aguirre © humorenlared.com |
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