julio 26, 2021

Cómic: Mandrake el Mago

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r213_videojuegosMANDRAKE EL MAGO
Lee Falk
Dolmen

Hubo un tiempo, no sé si más feliz, en el que a la gente le gustaban los magos. Y no me refiero a los magos bien, como Gandalf, Dumbledore o Elric de Melniboné. No. Hablo de los otros. De los que hacen trucos y sacan a gente del público al escenario para ser pasto de la mofa y la befa del resto de asistentes. Una época en la que los prestidigitadores eran queridos y envidiados, y nadie amenazaba a su hijo con llevarle a ver al Mago Pop si no se terminaba el brócoli. En definitiva, un periodo histórico en el que el mago tenía glamour y podía aspirar a inspirar, para acabar convirtiéndose en personaje de cómic. Hoy en día tal vez Tamariz podría ser un buen secundario para Garth Ennis, pero poco más. En aquellos años, menos prejuiciosos y tolerantes (salvo si eras negro, mujer u homosexual), concretamente en 1934, el escritor y dramaturgo Lee Falk crearía para King Features Syndicate al mago por excelencia de los albores de la edad de oro del cómic y uno de los primeros superhéroes de la historia. A Mandrake el Mago.

Ataviado con capa forrada de escarlata, sombrero de copa y bigotillo falangista, ligeramente parafinado, se enfrenta al crimen apoyado en sus poderes como hipnotizador, por lo que siempre debe llevar encima un reloj de bolsillo o, en su defecto, una tiza por si tiene que mesmerizar gallinas. También se apoya en sus parteneres, como cualquier ilusionista que se precie. Especialmente en Lothar (el hombre más fuerte del mundo, heredero del trono de una confederación de tribus africanas al que renuncia para rendir pleitesía al cabaretero caucasiano) y en Narda (otra princesa, esta vez europea, que desdeña sus derechos regios para cumplir con su vocación de damisela en apuros). Nostalgia de infancias no vividas. La mejor nostalgia.

© elkarma.eus

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