julio 27, 2022

En primera persona: La vida sin sentido

columna_oskarcano_cabecera_gr
columna_cabecera_gr

Apago el ordenador y me quedo mirando al vacío. A un punto perdido en el centro de la pared. En realidad más allá. En el infinito. Noto cómo los pulmones procesan el aire que entra por mi nariz de manera mecanizada, como sin propósito. Me pesan los párpados, que aún así no se pliegan sobre sí mismos. Como dos persianas metálicas anquilosadas por la herrumbre. No pestañeo. Las manos siguen sobre el teclado, en una postura entre la de un mecanógrafo y la de una mantis religiosa. La espalda continúa rígida, en un ángulo recto, cartesiano, de noventa grados con respecto al fémur. Las pantorrillas cuelgan de las rodillas. Sigo sentado, sin terminar de estar en ningún sitio. Los conceptos de tiempo y espacio han dejado de ser importantes. Todo lo que hace apenas unos instantes dictaba cada una de mis decisiones, cada uno de mis anhelos, cada una de mis acciones, se ha desvanecido en un limbo del que, casi con toda probabilidad, jamás retornará. Cada músculo de mi cuerpo permanece inmóvil, aletargado, como sumido en una pereza inabarcable. La vida ha dejado de tener sentido.

Vamos, que me acabo de terminar el Elden Ring después de 247 horas y no lo estoy llevando bien. Y a la segunda ronda va a jugar su abuela la del pueblo.

Oskar Cano © elkarma.eus

Pincha aquí para descargarte el PDF de EL KARMA 222

Pincha aquí para ir a otras columnas de Oskar Cano

Pincha aquí para ir a las columnas de los colaboradores más buscados