diciembre 16, 2024

Psico: Rencor

Así como el yin tiene el yan, la cara su cruz y Pajares su Esteso, el Síndrome del Salvador tiene su reverso tenebroso. Se trata del rencor obsesivo compulsivo hacia un individuo, totalmente desproporcionado en relación a las afrentas que ese individuo haya podido cometer, si es que siquiera ha cometido alguna. “El síndrome no está tipificado, pero eso no quiere decir que no exista. De hecho es muy común. Básicamente consiste en coger manía a alguien y convertir ese odio en una razón de vida”, postula Ataulfa Lacias, psicóloga forense del Hospital Penitenciario San Eleuterio de Fromista. “A unos les da por hacerse fans de Justin Bieber y a otros por odiar a alguien a muerte, tampoco es tan raro…
De hecho estas personas que odian son casos muy aburridos. Yo prefiero tratar con cleptómanos con trazas de ninfomanía y dislexia. Será cosa mía”
, concluye Lacias.

Inquina poco fina

Según los expertos, el individuo rencoroso elige a su víctima entre la gente que le rodea, pero en función de la percepción del  sujeto odiado, este odio puede tener diferente operativa y motivación. Así, si odia a alguien que percibe como superior (física, intelectual o económicamente) la motivación será la envidia cochina y la operativa se limitará a exhibir el arsenal habitual del pasivo-agresivo. Es decir, críticas por la espalda y chismorreo malintencionado. Siempre de manera obsesiva y monotemática, eso sí.

Sin embargo, si el objetivo de ese rencor visceral y dirigido es una persona identificada como inferior, el rencoroso suele exhibir una actitud mucho más explícita, con continuas alusiones vejatorias (más o menos sutiles) que se dejan caer, así, como quien no quiere la cosa. Esos comentarios, reproches y eventuales insultos serán menos sutiles cuanto más inferior intelectualmente se considere al sujeto.

En cualquier caso, el rencor premeditado se diferencia del bullying en que el odio no busca la tortura, física ni psicológica, del objetivo, sino que sirve de mero alivio. “El sujeto que siente rencor suele ser más cauto, hace lo que hace para no tener que afrontar el hecho de que es un mierdas, o que al menos poder pensar que no es tan mierdas como el otro”, añade Lacias. “Si un día se le va la mano, o bien le pueden partir la nariz de un codazo o bien el odiado se las pira y no le vuelve a ver. Lo que sería terrible, porque ponerse a buscar nuevas personas para odiar es una tarea bastante coñazo, si me permite la expresión sexista”.

No suelen someterse a tratamiento, ya que estas personas son muy apreciadas por jefes de departamento, que suelen azuzarles para que les cuenten rumores y chanzas, además de encargarles otras labores de inteligencia.

Dra. Luisa Bergara © elkarma.eus

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