julio 2, 2025

Flims: 28 años después

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r234_flimsEl recurso de lo meta continúa siendo usado y abusado, como otro más de esos ecos postmodernos que al principio hacen gracia pero luego desilusionan y cansan, como una reposición de Cosas de casa o hacerse adulto. Lo habitual es que el mecanismo se utilice de manera consciente, como en Deadpool y Lobezno, con sus continuas metarreferencias y obsesivas rupturas de la cuarta pared. Pero luego está cuando el ejercicio es fortuito y el propio film se convierte en un artefacto meta de sí mismo. Es el caso de 28 años después. Porque el hecho de tratar de revitalizar las producciones de zombies cuando la ubre del género está ya más seca que el Sahara en una tarde de agosto convierte a la película precisamente en eso, en un muerto viviente.

La moda de las trilogías se une a la de las secuelas tardías en la nueva apuesta de Danny Boyle, que no escarmienta del batacazo (inmerecido) de Yesterday. El mundo que se había empezado a ir un poquito a la mierda en 28 días después, y que no había ido a mejor en 28 semanas después, es ya directamente un futuro postapocalíptico bien asentado en esta tercera entrega. Una comunidad de humanos habita una isla unida a Gran Bretaña por una calzada. A pesar de vivir felices, ajenos a gentrificaciones, pisos turísticos, informativos de Antena 3, llamadas comerciales a la hora de la siesta y gente que escucha el móvil sin auriculares en el autobús, deciden mandar una expedición para ver qué se cuece al otro lado del puente. Porque las personas son idiotas, vivas o en proceso de descomposición, y se merecen lo que les pase.

LO MEJOR
El despliegue de imaginería enfermiza, con cultos rarunos, supervivientes resilientes y zombies dispuestos a salir de su zona de confort.

LO PEOR
La sensación de haber visto ya una y mil veces todo lo que se nos muestra. Y lo peor es que ya hay anunciada una secuela.

Horacio Sandoval © elkarma.eus

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