El mundo de los trastornos delirantes es rico y variado. De entre todos ellos, destaca por derecho propio, el de tipo persecutorio. El individuo con manía persecutoria se siente perseguido por fuerzas incontrolables, que buscan herirle, envenenarle, desprestigiarle, humillarle, vejarle o cualquier otra acción a mala fe en general. “Si bien al principio esas pequeñas manías no parecen importantes, poco a poco el delirio va a más y el sujeto se pasa el día obsesionado que da pena verlo”, explica Jürgen Itales, doctor en Psiquiatría por la Universidad de Sotillo del Rhin. “Recuerdo largas sesiones escuchando a un paciente contarme que le perseguía la mafia rusa porque le querían robar su proyecto para fabricar armas nucleares con alcanfor y minas de lapicero. Pobre loco. Al final no pudimos terminar la terapia porque murió en un extraño accidente en la cocina de su casa. Se le clavó un cuchillo jamonero en la espalda 20 veces. Un tipo sin suerte”, concluye.
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