enero 4, 2025

Campus Kanpo: Sofá, manta y peli

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Estamos en plena época de sofá, manta y peli. Te pones cómodo, coges esa manta que ni recuerdas la última vez que la lavaste e inicias la búsqueda de la película ideal. Lees el listado de favoritos de tu plataforma, buscas alguna selección por género, comparas algunas sinopsis y reseñas, vas a ese grupo de Whatsapp donde te han recomendado qué mirar y, de repente, tu pareja se ha quedado dormida y tú decides pasar el rato viendo TikTok e Instagram. Otro día más que no ves nada en tu plataforma de pago.

A esta situación hay que sumarle que trabajas demasiado, duermes poco y tienes un crío pequeño. Y encima no sabes ni lo que pagas: Netflix lo compartes con el vecino y su cuñado, HBO con los colegas, Movistar+ con tus suegros, Prime tú sola, pero lo rentabilizas con esas compras compulsivas a altas horas de la madrugada en Amazon. (Más…)

octubre 15, 2024

Campus Kanpo: El pasado es el futuro

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Esta semana he conocido a una persona de Londres que se dedica a invertir, vender… Vamos, a ganar dinero sin estar ocho horas diarias en una oficina. Me dijo que se acababa de comprar una vivienda en Escocia simplemente porque sabía que allí iba a llover siempre. Y es que se percibía a la legua su preocupación por el futuro medioambiental.

Además, recientemente he visto un documental en el que te dejan claro que el modelo de negocio actual que hay alrededor de la comida no es sostenible en el tiempo, tanto por nuestra propia salud como por la de toda la naturaleza que nos rodea.

El futuro está claro. Comprar una casa lejos de la costa, con pozo de agua propio a poder ser y en un ambiente donde todavía sea habitual la lluvia. Conseguir un par de cerdos, una vaca, unos conejos y unas gallinas. Plantar una buena huerta. Vamos, que volver al pasado es nuestro único futuro. (Más…)

julio 13, 2024

Campus Kanpo: Verdaderas vacaciones

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Nos subimos al coche la familia al completo. Un vehículo pequeño, sin aire acondicionado, con un maletero a rebosar por ese equipaje colocado estratégicamente. Un día entero viajando, sudando, pasando por poblaciones con olores “diferentes” y comiendo un bocata de tortilla de patatas a temperatura ambiente (bien calentito, claro). Y, por fin, llegas a tu pueblo. Tras unos cuantos cómo ha crecido este niño, ha engordado y tú de quién vienes siendo. Tras otros cuantos baños en el agua helada del río, horas de paseos en bici y esos bailoteos con las tías abuelas en la Plaza Mayor. Lo primordial era huir de casa: esa construcción fresca, oscura, con olor a humedad y con unos cuadros dignos del atrezzo de una peli de terror. Comer en la calle, correr por la calle, echar la siesta en la calle, beber en la calle… Y pasaban las vacaciones.

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