La Asociación Colegial de Escritores de España (ACE) asegura ser muy pesimista ante el futuro de las etiquetas de los botes de champú y considera que el descenso de la calidad literaria de estas en los últimos años es cada vez más pronunciado y vertiginoso. La proliferación de los teléfonos móviles ha generado un cambio en los hábitos de lectura y cada vez más personas defecan en el baño de su domicilio mientras utilizan su celular en lugar de leer las etiquetas de los botes de champú, gel o cualquier otro soporte literario del entorno. Este descenso de la demanda ha provocado un adocenamiento de los creadores, que cada vez más a menudo se conforman con tramas perezosas y arcos argumentales zafios y poco inspirados.

El signo de los tiempos

A pesar del esfuerzo de las editoriales, la crisis de calidad de las etiquetas del champú estaría contribuyendo a crear una masa de lectores residuales cada vez menos exigente, lo que repercute en una vulgarización de los contenidos y el asentimiento de un estándar instalado en la mediocridad. “Sólo hay que repasar la lista de ganadores del Premio Procter & Gamble de Etiqueta Corta de los últimos tres años. Las mismas premisas predecibles, lo mismos personajes planos, los mismos estilos impersonales que se pliegan exclusivamente a las exigencias comerciales del mercado, una y otra vez”, comenta una dependienta de Clarel.

Padres, madres, educadores, psicólogos y programadores socioculturales hacen un llamamiento para fomentar en los más jóvenes la lectura de etiquetas de champú de calidad. “Yo a mi hijo le quito el móvil, le alimento con arroz blanco, que estriñe, y cuando al de un buen rato sale de cagar hacemos tertulia sobre el papel de la aliteración en la construcción narrativa de H&S”, comenta una progenitora preocupada.

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