Estimada por Forbes en 1.800 millones de euros la fortuna del rey emérito tensiona el mercado de la vivienda en España. Según el cronista social Vicente Renitos “al menos la mitad” se encontraría invertida en miles de picaderos hoy vacíos por todo el estado. “Si esos inmuebles salieran al mercado el precio del alquiler bajaría de manera drástica”, apunta el economista Pablo Portunista de la ONG Apadrina Un Ladrillo. Ubicados en zonas céntricas de Madrid y otras capitales en su mayoría son según Remotos “coquetos pisos de picaflor”. En su mayoría están escriturados entre el 22 de noviembre de 1975, su proclamación por las Cortes franquistas y el 14 de abril de 2012, fecha de la rotura de cadera durante una cacería de elefantes en Bostwana.

Situación real

La veterana periodista Karmele Machacante recuerda que, a mediados de los ochenta del pasado siglo, era “vox pópuli” que Juan Carlos I recorría las carreteras de España en moto. Se le avistaba aquí y allá, recuerda Machacante, auxiliando a automovilistas en dificultades, desactivando democráticamente tramas golpistas de militares nostálgicos del franquismo y buscando nuevas ubicaciones donde mantener encuentros sentimentales. “Las andanzas de Juan Carlos I llegarían a oídos de Paul M. Belous, Robert Wolterstoff y Bruce Lansbury, que crearían la serie de televisión El Halcón Callejero, por la que Juan Carlos no vio un duro”, revela Jarraime Peñafiel redactor jefe de la revista ¡BOLA! entre 1962 y 1984.

Fiel defensor de la figura de Juan Carlos, Peñafiel desmiente el bulo de que Juan Carlos I no se quitara el casco de motorista durante sus encuentros sexuales por miedo a los paparazzi. “No lo hacía porque aunque campechano es también muy tímido. Con Bárbara Rey sí que cogió confianza y fíjese de qué le ha servido”, suspira.

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