El Papa Francisco ha celebrado una homilía extraordinaria para hablar a los fieles de los bombardeos del ejército israelí de poblaciones cristianas en el sur del Líbano, como la aldea de Markaba, y decir que “no hay mal que por bien no venga”. En palabras del Sumo Pontífice, a la pequeña localidad se le atribuye haber albergado las primeras iglesias cristianas de la Historia y su total aniquilación de la faz de la tierra es “una señal que nos manda Dios para recordarnos que a lo mejor no hay que reformar la Iglesia, ni desde dentro, ni desde fuera, ni desde hostias, consagradas me refiero, porque lo mismo vienen unos señores con unos aviones, te lo vuelan todo por los aires y todo el trabajo de restauración se va a la pucha y ni ha merecido el esfuerzo”. El Papa ha recalcado que nunca se le han dado bien ni las metáforas ni las parábolas, pero que él se entiende.

Lo uno por lo otro

El sector más conservador del Vaticano, tradicionalmente contrario a las reformas de Francisco ha aplaudido las palabras del Papa en la Plaza de San Pedro. “Ya iba siendo hora de que el viejo chocho abriera los ojos y recuperase el sentido común. Ni reforma ni reformo. Pocas hogueras se están haciendo”, manifestaba el cardenal Raymond Burke, muy crítico con las propuestas del Papa de bendecir las parejas homosexuales y descentralizar el poder de la curia.

“Lo que más me jode es que Bergoglio haya entrado en razón gracias a los asesinos de Cristo. Pero bueno, de los judíos solo se cuenta lo malo. Después de todo ellos se inventaron a Dios. Aunque nosotros le hemos sacado más partido. Como decía la ranchera, no hay que llegar primero pero hay que saber llegar”, declaraba el recientemente destituido obispo Joseph Strickland, que ya ha desbloqueado a Francisco del Whatsapp.

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