El magnate Elon Musk ha confesado durante un encuentro íntimo con periodistas en la Casa Blanca que le haría ilusión que el primer muerto en el espacio trabajara para Space X. El consejero en materia económica del presidente Trump es consciente de que nunca jamás en la historia un solo astronauta ha muerto fuera de la atmósfera terrestre y cree que ese improbable hueco en los anales del sacrificio humano en el campo de la exploración puede ser perfectamente cubierto por los hombres y mujeres que forman parte de la plantilla de su agencia espacial privada. A Musk le consta que la ausencia de óbitos en el espacio también se aplica a los cosmonautas rusos, pero confía en que ni Putin ni su enlace cultural en Washington, J. D. Vance, se sientan heridos en su orgullo si el millonario sudafricano les adelanta en ese apartado de la carrera espacial.

Un hombre y su sueño

Las constantes explosiones de las naves Starship de Space X durante los lanzamientos de prueba están generando sentimientos encontrados en el CEO de Tesla, que por una parte ve cada vez más lejos alcanzar Marte en plazo pero, por otra, más cerca la posibilidad de una masacre de astronautas en pleno cosmos. “Los del Apolo 1 se hicieron socarrat en tierra durante un ensayo. El del Soyuz 1 murió de la ostia cuando no se le abrió el paracaídas. Los de la Soyuz 11, de asfixia, también durante la reentrada. Los del Challenger se volatilizaron saliendo. Los del Columbia, llegando. ¿Eso es épico? Mis cojones…”, gritaba Musk a un equipo de subalternos mientras calculaba con su mano derecha cuánto vendría a medir LeBron James.

El entorno de Musk asegura que alcanzar ese hito se ha convertido en una obsesión, y se comenta que se pone en bucle la película Apolo XIII mientras murmura “Uuuuy, casi lo teníais… Por qué poco…”

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