WhatsApp, la aplicación de mensajería instantánea perteneciente a Facebook Inc., contratará a personal que recopile los datos personales de sus usuarios para fines comerciales “directamente, en persona, preguntándoles intimidades en confianza, mientras comparten una caña o una infusión de rooibos, generando un clima que propicie compartir confidencias”.

En petit comité

La iniciativa de WhatsApp, que no rectifica y mantendrá su decisión de cambiar las condiciones de uso el próximo 15 de mayo, persigue que el robo y posterior explotación de datos confidenciales de las personas que usen el servicio “tenga lugar en un ambiente acogedor, íntimo, que optimice la minería de información”. “La Unión Europea puede decir misa. Nosotros no queremos clientes. Queremos amigos. Amigos que te cuentan cosas y luego tú le cuentas esas cosas a otros amigos que te pagan por ello”, explica Agustín Filtrado, responsable del área de Marketing y Transacciones en Parkings Oscuros de la compañía en España. “Nuestros data collectors, disculpe que me ponga técnico, se reunirán con el usuario y le invitarán a una caña a condición de que le cuente su vida, so pena de desactivar su cuenta. Si la mierda es buena, pueden sacarle una ronda de cubatas. Todo supeditado a la apertura de la hostelería claro, que ante todo somos gente legal”, amplía Filtrado, quien asegura que “ese trato tan cálido y cercano no te lo dan esos muertos de hambre de Signal o Telegram”.

Mark Zuckerberg ha declarado que más vale que esta operativa demuestre, de una vez por todas, que no es la persona fría, distante y ególatra que el mundo cree que es porque “aún no me habéis visto enfadado”.

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