Txarriboda News 854 (17-05-2023)
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Un vecino de Bilbao, cocinero principal de su cuadrilla cuando cenan chuletón de Berriz en el txoko, maltrata al primer perro que se encuentra en los alrededores del restaurante vegetariano al que le gusta ir a comer martes y jueves para que nadie le confunda por un “puto hippy vegano”. El bilbaíno, que prefiere mantener su nombre en el anonimato porque cree que la gente ve con malos ojos lanzar piedras a los animales que invaden la vía pública, aborrece la idea de que cualquier viandante que le vea entrar en el restaurante le pueda tomar por un seguidor del veganismo, pero se siente incapaz de renunciar al farfalle al pesto de brócoli o al revuelto de ajetes que preparan en el local. Cuestión de principios El hombre, que asegura que sólo hay una cosa que le dé más asco que un vegano y es un vegano sacando una foto a su plato de rúcula con tofu para subirla a Instagram, reconoce que su obsesión por el qué dirán exige esfuerzo pero que su integridad no puede quedar en entredicho. “Hay veces que el perro más cerca del restaurante vegetariano es una pareja de rottweilers. Entonces me armo de valor, sobre todo si hay hojaldre de espinacas en el menú del día, riquísimo, y le tiro de la oreja al chucho que parezca más vulnerable. Dos de cada tres veces termino en urgencias, y ya he perdido el meñique de la mano derecha, pero todo sea por dejar claro que amar la crema de cebolla no implica que respete los derechos de los animales”, puntualiza el señor mientras dispara perdigones a las palomas del parque de debajo de su casa. El veganófobo confiesa que también le gusta ir a conciertos de Ojete Calor y de Rodrigo Cuevas pero siempre se acuerda de llevar un pin de Hazte Oír para que nadie piense “cosas raras”. © elkarma.eus |
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