Friedrich Nietzsche (Röcken 1844 – Weimar 1900) fue un filósofo e influencer alemán, que marca un antes y un después en la manera de animar las cenas familiares de nochevieja del siglo XIX. Su padre, pastor luterano, no consigue convertir a ninguna de sus ovejas, todas fervientes defensoras del Concilio de Trento, lo que le inculca al joven Friedrich una frustración existencial que le acompaña toda la vida. A los veinte años comienza a estudiar teología, carrera de la que logra doctorarse con una tesis sobre el estudio hermenéutico de Teo en la escuela.

Ni Übermensch ni Übermenscha

En 1865 contrae la sífilis por culpa de un caballero con bigote que le tose en el tranvía de Colonia cuando regresaba de una orgía BDSM a la que Nietzsche había acudido disfrazado de Schopenhauer. Tres años más tarde entabla amistad con Richard Wagner, del que se distancia cuando comienza a coquetear con el reguetón. En 1868 sufre su fatídico accidente con el caballo, que agrava su mala salud. Jura que jamás volverá a inyectarse sin desinfectar antes la aguja. Tras renunciar a la cátedra en la Universidad de Basilea, acusado de tráfico ilegal de fotocopias, escribe en 1881 Así habló Zaratustra. Sus editores le piden que eliminé los dibujos del señor con capa roja y calzoncillos por fuera porque le resta credibilidad a su teoría del superhombre. Se niega a censurar la parte del “Dios ha muerto”, aunque tiempo después confiesa que su diagnóstico fue prematuro. Cuando la poeta Lou Andreas-Solomé rechaza su propuesta de matrimonio se aparta del mundo, se hace hikikomori y comienza a alimentarse con tranchetes que le pasan por debajo de la puerta. A su popular Genealogía de la moral, de 1887, le siguen otras obras como El Anticristo o el manual de bricolaje El ocaso de los ídolos, o cómo se filosofa a martillazos.

Fallece de neumonía cuando sus alvéolos pulmonares deciden abrazar el nihilismo.

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