Rosalind Elsie Franklin (Londres, 1920 – ibid. 1958) fue una química, cristalógrafa y paparazzi inglesa, pionera en recibir demandas de moléculas de química orgánica por vulnerar su derecho a la intimidad. Nacida en una familia de banqueros judíos asentados en Reino Unido, desde muy pequeña aúna dos de sus grandes pasiones, la fotografía y el chantaje, por lo que comienza a tomar instantáneas de gente de su entorno en actitudes indecorosas para coaccionarlas por dinero y a las que amenaza con enviar las fotos comprometedoras al Daily Mirror o a la revista Nature, según el caso.

Le podía la curiosidad

Durante la adolescencia, su afición le traería problemas con las autoridades y las mafias locales, así que debe cambiar constantemente de centro educativo para no permanecer mucho tiempo en el mismo sitio. Tras alojarse un tiempo en un piso franco en Sussex, en 1938 decide que prefiere estudiar química en el Newham Collage y dedicarse a extorsionar a partículas microscópicas, que no pueden defenderse o al menos lo tienen más difícil para partirle las tibias con un palo de críquet. En 1945 se doctora en la Universidad de Cambridge, pero sus fotografías de unas famosas partículas de grafito en actitud cariñosa en un motel de Whitechapel no se venden bien, por lo que decide viajar a París en 1947 para aprender cristalografía de rayos X y que sus instantáneas del interior de un lápiz sean más explícitas. Durante su estancia en el King’s College de Londres, consigue fotografiar en 1953, ya con cámara oculta de difracción de rayos X, al ADN, que había mantenido su estructura helicoidal de doble hélice en secreto por miedo al qué dirán. Aunque la molécula pagó el chantaje, dos paparazzis rivales, James Dewey Watson y Francis Crick, publicaron las fotos, que les valió obtener el Premio Nobel de Exclusiva y Póster Desplegable en 1962, sin que se pudiera acreditar a Franklin al haber enviado la carta anónima con la cuantía de la extorsión sin firmar. A partir de 1956, Rosalind prefiere dedicarse a la fotografía de moda y posan para ella personalidades como el virus de la polio o el del mosaico del tabaco.

Fallece a los 37 años a manos de un cáncer de ovario en lo que parece un ajuste de cuentas.

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