El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ha solicitado el reasentamiento fijo del montón de ropa que tienes encima de la cama y que vas cambiando de sitio continuamente porque te da demasiada pereza doblarla, ordenarla y guardarla. El constante traslado de la pila de camisetas, calcetines, calzoncillos, pantalones cortos y sudaderas desde la superficie de la cama a la silla junto al escritorio, y de allí a la tapa del cubo de la ropa sucia, después al suelo, y de vuelta a la cama, en un ciclo sin fin que lleva durando meses, ha hecho saltar todas las alarmas humanitarias de ACNUR. La Agencia presiona ahora para encontrar una ubicación de acogida duradera que ponga fin a la rotación errante del montón de ropa y le permita asentarse con garantías en un emplazamiento que pueda llamar hogar.

No hay derecho

A pesar de los esfuerzos de ACNUR a favor de la repatriación voluntaria, que permitiría el regreso seguro al lugar de origen de la pila de ropa, el armario sólo estaría dispuesto a dejar regresar a la ropa limpia y cerraría sus fronteras a las prendas sucias que integran el cúmulo textil. “Es un caso claro de aparthaid. Ya hemos denunciado al armario por limpieza étnica. Sus lazos con la lavadora de la cocina son de sobra conocidos, pero tenemos las manos atadas”, explica el Alto Comisionado Filippo Grandi.

El resto de opciones pasarían por la Integración Local o el Reasentamiento en un Tercer País. El primer supuesto está resultando un escollo diplomático difícil de resolver al encontrarse el resto de sillas de la habitación ocupadas por amasijos de cargadores de móvil, libros, botes de ambientador y restos de comida. En cuanto al segundo, el cuarto de baño estaría dispuesto a reubicar parte del montón de ropa en el bidet, aunque se trataría de una solución provisional.

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