Un vecino del municipio sevillano de Écija ha decidido rendirse ante la ola de calor que asola el Valle del Guadalquivir y ha anunciado a sus vecinos que probablemente comience a dormir por las noches sin la funda nórdica. El pico de temperaturas de 37º del pasado lunes, que se viene repitiendo desde hace semanas, le ha llevado a entrar en un periodo de debate interno durante el cual ha reflexionado sobre la conveniencia de seguir durmiendo con el nórdico, mucho más cómodo a la hora de hacer la cama por las mañanas, o prescindir de él y reducir el peligro de embalsamamiento en vida. El hombre de mediana edad reconoce que durante todo este tiempo le ha podido más su carácter conservador, poco proclive a los cambios, que su naturaleza friolera, pero considera que en la vida hay ocasiones en los que toca tomar decisiones y evitar la evaporación de su sangre y la licuefacción de los órganos internos ante las máximas de 42º de la próxima semana le parecen motivos lo suficientemente pertinentes.
A lo loco
El ciudadano andaluz confiesa que cuando tiempo atrás sus sobrinos le regalaron el nórdico se negó a usarlo y lo tuvo guardado en el armario durante años porque ese invento moderno no podía compararse con una sábana encimera, una manta y un edredón español “de toda la puta vida”, pero que una vez que lo tuvo que utilizar por primera vez, con tal de no poner una lavadora, descubrió sus parabienes y no se ha podido despegar de él.
“Lo de no poder despegarme de él, es una hipérbole literaria, obviamente. Una licencia poética. Una exageración para dotar de intensidad al relato. Claro que me puedo despegar del nórdico. Cuesta, eso sí, porque el sudor se sedimenta y a veces me lleva un rato arrancármelo de la piel por las mañanas con este calor. Pero con maña se acaba desprendiendo”, matiza el ecijano.
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