Un vecino del municipio albaceteño de Membrillera del Letrinal con notable sobrepeso, alopecia, corta estatura y unas facciones que desafían el sentido de la proporción, la armonía y las matemáticas euclidianas se ha comprado un loro para que en el pueblo empiecen a referirse a él como ‘el del loro’. El propietario de la tienda de ultramarinos y coloniales de la localidad ha informado de que el comprador del pájaro ha comenzado a recorrerse las calles y pasear por la plaza con el loro posado en el hombro para tratar de captar el mayor número de miradas posible. El hombre, que además tiene una visible cojera, padece halitosis y presenta una ligera tartamudez cuando habla, pretende popularizar el mote para que exista consenso en Membrillera sobre cómo referirse a él al haber quedado en desuso la utilización de nombres de pila en toda la comarca.

La gente se fija

El propietario del loro, aquejado de dermatitis seborreica y meteorismo, es consciente, según testimonios de algunos vecinos, de la excentricidad que supone pasear por el pueblo exhibiendo un ave tropical de vivos colores pero parece dispuesto a ser conocido en el municipio como ‘el del loro’ para que, por lo menos, se refieran a él por un rasgo distintivo, al ser los membrillerenses “gente sencilla, poco sofisticada pero observadora, siempre dispuesta a asociar a las personas con características particulares”.

El hombre, al que le falta el brazo derecho a la altura del codo por culpa de un accidente que tuvo hace años mientras manipulaba una rastrilladora como consecuencia de su alcoholismo, se encuentra orgulloso de su loro, aunque se le ha oído decir que espera que no vayan ahora a llamarle ‘el pirata’ con eso de que perdió el ojo durante una montería.

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