Miles de personas de todo el Estado están sufriendo ataques de ansiedad severos tras la noticia de que sólo podrán celebrarse reuniones de vecinos de carácter urgente y excepcional, de acuerdo con el Real Decreto-Ley 8/2021. La necesidad de mantener el orden sanitario, social y jurisdiccional, a pesar de las campañas de vacunación, ha provocado episodios de angustia y pánico en gran parte de la población, que ya se veía volviendo a tener discusiones interminables en el portal.

Un vacío en el alma

“Ha sido un palo, la verdad. Llevamos desde marzo del año pasado esperando el momento en que pudiéramos volver a juntarnos los vecinos para mantener debates estériles sobre la pertinencia de reformar la fachada, regateando derramas e increpando a los del primero, que siempre vetan la propuesta de poner ascensor. Y ahora nos dicen que tenemos que seguir esperando. Los insultos y las amenazas por videoconferencia algo ayudan en el día a día, es cierto. Pero son un pobre sucedáneo”, explica Loren Treplanta, presidente de una comunidad de vecinos que ha empezado un tratamiento con lexatin y orfidal para sobrellevar la situación. “A veces llego a mi casa del trabajo, me pongo a ver una serie y comienzo a echar de menos que no haya ninguna junta de propietarios programada que me obligue a interrumpirla en lo mejor”, continúa Treplanta, quien confiesa que a veces baja al portal y se pone a hablar solo, imitando las voces del resto de los inquilinos, “para intentar mantener la cordura”.

El colectivo de alquilados y realquilados también lamenta la medida porque “la única ventaja de pagar una mensualidad por vivir en tu piso sin tener opción a que algún día sea de tu propiedad es poder saltarse las reuniones de vecinos, pero si ya nadie tiene que asistir pierde toda la gracia”.

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