Un grupo de atletas de élite concentrados en la Villa Olímpica de Tokio ha firmado un manifiesto en el que anima a los niños y niñas de todo el mundo a convertirse en deportistas de alto rendimiento porque “las mieles del éxito, la fama y el espíritu de superación constante no son un obstáculo para continuar llevando una vida de mierda como el común de los mortales”.

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La portavoz del colectivo, Simone Biles, que renunció a competir en la final individual de gimnasia por problemas de gestión de la ansiedad después de años de esfuerzo, renuncia y sacrificio, ha comunicado que la declaración de principios del colectivo persigue acabar con el estigma de que el deporte de élite podría privar a la gente de seguir teniendo “la existencia mediocre, con sus contradicciones, sus frustraciones y sus miserias, en la que se siente tan cómoda”. “Entendemos que muchas personas tengan miedo a dedicar doce horas al día a entrenar para unos juegos olímpicos porque eso podría convertirlas en semidioses que lleven una vida perfecta, y semejante circunstancia, quieras que no, les hace albergar dudas sobre si el resto de sus familiares y amigos serían entonces dignos de compartir el mismo aire que respiran, alejándolas de su propia humanidad. Pero nada más lejos. Se puede ser un atleta reputado y aún así llevar una vida de mierda”, anima Usain Boliche, miembro del equipo olímpico de petanca de Jamaica con fobia a los objetos esféricos.

El grupo también ha querido desmentir el rumor de que los deportistas de élite llevan una vida de reconocimiento y solvencia económica, una vez terminada su carrera, sumidos en el desapego por los asuntos mundanos. “Nada más lejos de la realidad. Incluso, con un poco de suerte, puedes acabar obteniendo un oro en lucha libre y que tu hermano sea asesinado por el magnate de la industria química para el que trabajabas”, concluye Boliche mientras contempla un póster desplegable de Tonya Harding.

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