El descubrimiento de un carnet de la Biblioteca de Alejandría, el mayor hito arqueológico en Egipto desde el hallazgo de la ciudad perdida de Luxor en septiembre de 2020, ha acabado llevando a la ruina a la república árabe. La multa por el retraso en la devolución de libros acumulada por un funcionario real desde el año 47 a.C., que ha asumido el Gobierno, equivale, sumando la inflación, a dos veces el PIB del país, toda su deuda externa y un año de suscripción a HBO.

La cultura no prescribe

Las palabras del presidente del Ejecutivo, Abdelfatá al Sisi, declarando que Egipto debía reconciliarse con su pasado, en el contexto de la suspensión del Estado de Emergencia vigente desde 2017, han sido tomadas al pie de la letra y ya ha recibido una carta certificada informando de la cuantía de la multa y del plazo para realizar el abono. “Esto es peor que cuando dijimos que nos merendábamos a los israelíes en cinco días, al final llevo seis y el aliño lo tuvimos que acabar pagando nosotros. Me cago en Alejandro, en Julio César, en Cleopatra, en Marco Antonio y en la puta madre que los parió a todos. Si ya sabía yo que leer nunca trae nada nuevo…”, se queja Mohamed Maait, Ministro de Finanzas egipcio, quien agradece que, al menos, el funcionario ptolemaico “no sacara nada de la videoteca, que ahí te crujen más”.

Entre los ejemplares no devueltos se encontraban el Libro de las Crónicas de los Reyes de Judá, una edición comentada del Margites de Homero, Poética Segunda de Aristóteles y una versión ilustrada del Poema de Gilgamesh con las escenas más picantes pixeladas en puntos estratégicos.

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