Vladimir Putin ha ordenado a las fuerzas militares rusas destinadas en el Donbás que coloquen el logotipo del Imserso en el lateral de los autobuses encargados de la deportación de población civil en la región para “minimizar psicológicamente el golpe” y que se les haga “más llevadero lo de sacarlos de sus casas a la fuerza”. La “operación especial de marketing” del ejército ruso pretende lograr la colaboración de los residentes ucranios en Mariúpol, Zaporiyia o Bakhmut repartiendo folletos de pensión completa y animación con karaoke por las noches, pero “por lo que sea” no se terminan de fiar.

Trampantojo tranquilizador

El portavoz de Putin, Dmitri Peskov, ha pedido a los medios internacionales que dejen de llamar a las deportaciones “movimientos forzosos de población” porque se trata en realidad de “excursiones didácticas sin fecha cerrada de regreso”. “Esta gente no abandona sus tierras porque nosotros les obliguemos. Siempre se pueden negar. Si les amenazamos con inflarles a hostias, dispararles y tirarles en una cuneta si no suben al autobús y nos hacen caso será porque tanto, tanto, tanto no deseaban seguir viviendo en sus hogares”, explica el general Alexánder Dvornikov, coordinador de los batallones desplegados en Ucrania.

La iniciativa de acondicionar los autobuses como si fueran del Imserso ha sido calificada por el Kremlin como “una muestra de empatía, conmiseración y entendimiento” ya que “los nazis, cuando llevaban a la gente a Auschwitz en trenes de ganado, no se andaban con tantas consideraciones. Pero claro, sólo nos quedamos con lo malo. Qué fácil…”, continúa Dvornikov mientras le pinta un diente negro a la modelo de un folleto de Halcón Viajes.

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