De acuerdo con el informe filtrado de la auditoría interna de la Congregación para la Doctrina de la Fe de la ONU, entre un 5 y un 15% de las personas que viajan sin mascarilla en el transporte público son agentes provocadores de la OMS. Su labor sería testar el grado de preocupación vigente de la ciudadanía ante la pandemia.

Os noto raros

La socióloga Concha Vada, que ha analizado el documento bajo el prisma del positivismo científico, asegura sentir una mezcla de indignación y flato. “Según los datos demoscópicos, lo más difícil eran las horas en las que coinciden quienes vuelven de fiesta con las personas que van a trabajar”, comenta la experta en disonancia cognitiva de masas. “Los encuestadores debían mimetizarse e incluso se grababan tiktoks colgados de las barras del vagón, convenientemente lamidas, para no destacar”, admite mientras añade un tercer ibuprofeno a su carajillo.

Los interrogatorios en trenes, autobuses y metros habrían revelado que “la OMS tiene agentes infiltrados para provocar la reacción de los viajeros”. Entre un 5 y un 15%, dependiendo de la hora, corresponderían a ese perfil. Otro 35% son, según el informe, “gente que prefiere “gorronear mascarillas y lleva la suya en el bolsillo por si aparecen los de Seguridad”. Otro 40% ya no soporta el olor de su mascarilla que le recuerda la necesidad de visitar a su dentista. El 55% restante se desplazará sin mascarilla debido a “despistes puntuales que son fáciles de detectar porque estas personas mantienen un lenguaje corporal que hace innecesario vestir una camiseta con la leyenda ‘Por favor no me arrojen en marcha del convoy’”, extrapola Vada sin dejar de repasar el sumatorio de porcentajes.

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