El príncipe heredero de Arabia Saudita y primer ministro, Mohamed bin Salmán, ha acusado a una célula terrorista gay de provocar las lluvias torrenciales que asolaron el pasado viernes las ciudades de Yida y La Meca. Las riadas resultantes, que se cobraron al menos dos victimas mortales, habrían sido obra, según la policía saudí, de comandos LGTBI+ infiltrados en el país árabe desde Catar “aprovechando que con eso del Mundial se les está llenando el país de occidentales decadentes”. La prueba irrefutable de la autoría de los actos terroristas sería, de acuerdo con las autoridades, la presencia de un gran arco iris en el cielo una vez que cesaron las precipitaciones.

Víctimas del buenismo

Bin Salmán considera que la presencia de terroristas climáticos homosexuales en el país se debe a que el régimen saudí ha sido históricamente “demasiado blando” con el colectivo gay y cree ahora que las sentencias a 500 latigazos y 5 años de cárcel son demasiado paternalistas. “Prohibimos la exhibición de esa película de animación pornográfica, Lightyear, pero no emitimos una fatwa contra su equipo de producción. Y claro, ahora pueden seguir creando propaganda sodomita y llenar el mundo de pervertidos que se dan la mano por debajo del mantel. ¿Qué será lo siguiente? ¿Mujeres casadas con su propia cuenta bancaria?”, lamenta Bin Salmán mientras elige motosierras en Leroy Merlin antes de la visita de un observador de Amnistía internacional que quiere seguir preguntando sobre Jamal Khasoggi.

La monarquía absolutista de Arabia Saudita prohibirá a partir de hora cualquier exhibición de más de cinco colores juntos, por lo que el anuncio de los payasos de Micolor será considerado “arte degenerado”.

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